miércoles, 20 de agosto de 2014

¿Por qué no te lo tragas?


El otro día estaba de tertulia con unos amigos departiendo sobre diversos temas trascendentales, como es habitual. Nuestra adicción a las pipas nos hizo sufrir una sobredosis de sal que tratamos de paliar bañando nuestros gaznates con una bebida tan glamourosa como atemporal, el agua del grifo. No sé si fue la bolsa de Facundo caducada, el exceso de cal en vena o la hostia que me di contra la pared el día que mi madre me expulsó de su vientre, el caso es que saqué a colación uno de los temas más controvertidos para el hommo erectus: ¿por qué hay mujeres que no se lo tragan?

Hablamos del semen. Ese prodigioso mejunje que convierte tu cutis en la envidia de cualquier preadolescente, ya sea ingerido o esparcido a modo de crema (gracias Txumari). Este viscoso líquido que puede transformar tu vida (sí, te lo digo a ti mujer triste y taciturna) en un mundo de color de rosa gracias a sus propiedades antidepresivas. Un manjar de los dioses, según el chef Fotie Photenhauer, ¡que además controla tu ovulación! Por supuesto el esperma no es la panacea y tiene sus contraindicaciones por uso indebido. Por ejemplo, si lo aplicas directamente vía vaginal corres el riesgo de joderte la vida para siempre y, de paso, contribuir a uno de los grandes males que padece la raza humana: la procreación. No obstante, si has leído estás líneas demasiado tarde no temas, porque aunque ya no tiene remedio gracias a Gallardón, siempre puedes ahogar las penas del embarazo en un vaso calentito de leche viril, de buena mañana, que es cuando mejor entra, y así evitarás las terribles náuseas matutinas. ¿Aún eres escéptica? Pues infórmate aquí. Con todas estas maravillosas ventajas que te acabo de descubrir, ¿por qué no te lo tragas?

Esta es la idea.

Por algún motivo que desconozco normalmente mis amigos y yo no estamos rodeados de féminas, pero resulta que el otro día nos acompañaban dos. Cuando planteé la intrincada cuestión solo tuve que mirarlas a la cara (sí, chicas, somos capaces) para obtener una respuesta demoledora. Ambas echaron la vista hacia otro lado, arrugaron la nariz y sentenciaron con un “¡puag!”. Al principio traté de familiarizarlas con la propia naturaleza del semen como a vosotros anteriormente,  pero misteriosamente no les parecieron argumentos de peso para darse a la “bebida”, así que fui un paso más allá e intenté que se dieran cuenta de que directa o indirectamente la simiente de muchos varones había pasado por sus labios alguna vez, y quizás también por los míos. ¿Cómo sabemos al darle dos besos a una persona que no acaba de ser rociada por uno o varios potros salvajes? ¿Y si no le ha dado tiempo a darse ni un agua? ¿Habrá bastado un kleenex para eliminar todo el rastro de una noche loca? Cuando las chicas empezaron a convulsionar por las arcadas me detuve, en un acto prodigioso de caballerosidad, pero me levanté, nos despedimos (me dieron la mano con reservas) y me marché a casa profundamente indignado.

Pensadlo bien. Un día el horóscopo te sonríe, se alinean los planetas y por lo que sea terminas acostándote con una mujer. Bajas al pilón muy aplicado, dispuesto a demostrar que las miles de horas que has consumido de porno han sido productivas, y comienzas a lamer y acariciar con destreza los bajos de tu compañera. Ella posiblemente tendrá los ojos cerrados y estará pensando en los oblicuos de Miguel Ángel Silvestre, así que hay bastantes posibilidades de que se lo esté gozando como nunca. Entonces, como por arte de magia, tocas la tecla adecuada y un chorro de flujo vaginal te salpica el bigotillo. Cualquier hombre que se precie, lejos de detenerse, seguramente se motivaría e incluso absorbería  como si de una cabeza de gamba se tratase. Pero, ¿y si de repente la situación cambia? Chicas, puede que llegue un día en que nos lubriquéis el morro y nos enfademos con vosotras: “¿pero esto qué es? ¿y sin avisar?”. Entonces recogeremos nuestros bártulos y nos marcharemos dignamente a nuestras casas para masturbarnos pensando en lo que pudo ser y no fue.

¡Menudo squirt!

Ojo, si pretendéis descubrir a vuestras amigas la grumosa explosión de sabor por sorpresa, debo advertir que tenéis bastantes posibilidades de que la chavala aún no esté preparada y os tatúe los cinco dedos de la mano en vuestras caras. Por eso desaconsejo completamente esta práctica y os invito a que le preguntéis a vuestras parejas, rolletes, follamigas o víctimas del cloroformo si se lo tragan, porque si aceptan accederéis al selecto grupo de hombres que han desmontado el mito del happy end (no vale irse al Conejito Feliz).

¿Alguien puede arrojar un poco de luz sobre el tema? Si es así, dejadlo en COMENTARIOS. Si os queréis sumar a esta pequeña cruzada por la igualdad, dadle a COMPARTIR.

Y chicas, no os preocupéis, solo es una broma.

"Uuuy, que me meo".

No hay comentarios:

Publicar un comentario