martes, 26 de agosto de 2014

Tierra de modernos

Me estoy jugando el cuello. Con cada palabra que añado a este post mi vida corre serio peligro. Desde que abrí el blog la semana pasada he recibido varios mails que no reproduciré aquí para no herir vuestra sensibilidad, pero esta mañana ha llegado la gota que colma el vaso. Me disponía a salir para dar un paseo revitalizador, cansado de vegetar todo el día en mi rincón de pensar, cuando dos tipos y una mujer me han asediado en la puerta de casa al más puro estilo de la mafia calabresa. Uno de los hombres lucía un ridículo bigotillo y el pelo despeinado e iba enguantado en un minúsculo chaleco, todo rematado con un toque de pajarita muy casual. El otro maromo, a camisa de cuadros, tenía la barba de un indigente bien aseado y el pelo largo recogido bajo un estúpido y anticuado sombrero. La chavala de la discordia era un collage de tatuajes con malas pulgas y gafas de secretaria sexy, una Rottenmeyer actualizada. Tres blogueros que pretendían el cierre de El Tabernario. Querían recordarme que la bitácora digital es tierra de modernos.

viernes, 22 de agosto de 2014

Mariano, no follas bien

Querido Mariano,

Recuerdo tu foto colgando de las farolas de mi calle como si fuera ayer. La verdad, a bote pronto no me pareciste muy atractivo, posiblemente porque soy esclavo de las tendencias y los cánones de belleza establecidos. De hecho, todos estábamos de acuerdo en que no eras el candidato mejor parecido de aquel Vota Mi Cuerpo 2011. Pero tú nos prometiste el oro y el moro, tiraste de tu característica labia y nos aseguraste que guardabas un enorme secreto, uno que desatascaría nuestras maltrechas cañerías. Debo reconocer que aún así no te voté, me asusté, pensaba que siendo tan grande lo que escondías bajo el traje me harías daño. Y aún así me entregué a ti, como todos. Hemos estado casi tres años juntos, y tenemos que hablar. No quiero que te enfades, pero hay una cosa que te quiero decir y que llevo guardándome desde nuestra primera vez: Mariano, no follas bien.

miércoles, 20 de agosto de 2014

¿Por qué no te lo tragas?


El otro día estaba de tertulia con unos amigos departiendo sobre diversos temas trascendentales, como es habitual. Nuestra adicción a las pipas nos hizo sufrir una sobredosis de sal que tratamos de paliar bañando nuestros gaznates con una bebida tan glamourosa como atemporal, el agua del grifo. No sé si fue la bolsa de Facundo caducada, el exceso de cal en vena o la hostia que me di contra la pared el día que mi madre me expulsó de su vientre, el caso es que saqué a colación uno de los temas más controvertidos para el hommo erectus: ¿por qué hay mujeres que no se lo tragan?